El reciente
acuerdo del G7 ha desactivado una amenaza inminente para las empresas
españolas, pero ha inaugurado una nueva era de nacionalismo tributario que
quiebra el consenso global.
3
JUL. 2025 Expansión
El reciente
acuerdo alcanzado este fin de semana por el G7 para evitar un choque
frontal entre el sistema fiscal de Estados Unidos y las nuevas reglas globales
de tributación mínima de la OCDE, si bien falta conocer sus pormenores
técnicos, ha traído un alivio inmediato a las empresas españolas, pero ha
cambiado el paradigma tributario internacional. El consenso multilateral ha
quedado fracturado. Ha nacido la era del nacionalismo tributario, y las
compañías españolas se encuentran en el centro de este nuevo y complejo tablero
geopolítico.
La tensión
alcanzó su punto álgido con las propuestas contenidas en la reforma fiscal
estadounidense One Big Beautiful Bill, que incluían la temida Sección 899 del
Internal Revenue Code (IRC). Esta medida, de carácter abiertamente retaliativo,
amenazaba con imponer incrementos progresivos de hasta 20 puntos porcentuales
(reducido al 15 en su versión enmendada por el Senado) en los tipos de gravamen
aplicables a personas físicas y entidades controladas por residentes de
jurisdicciones que aplicaran impuestos considerados "injustos",
incluyendo tanto las reglas de beneficios infragravados (UTPR) del Pilar II
como los Impuestos sobre Servicios Digitales (conocida como tasa Google).
Gran
preocupación
Para las
multinacionales españolas y, sobre todo, para el Ibex 35, con una creciente
exposición al mercado estadounidense, la amenaza era existencial. La
perspectiva de enfrentarse a incrementos tributarios de hasta el 50% en sus
operaciones y flujos financieros estadounidenses generó una alarma sin
precedentes, obligando a la creación de grupos de trabajo especializados entre
las grandes corporaciones y la Dirección General de Tributos para analizar el
impacto y preparar estrategias defensivas.
El acuerdo
del G7 materializado hace apenas 72 horas ha generado un cierto alivio,
aunque matizado. Estados Unidos se comprometió a eliminar definitivamente la
Sección 899 del IRC de su proyecto legislativo a cambio de que las demás
potencias aceptasen que su régimen de tributación mínima corporativa (GILTI -
Global Intangible Low-Taxed Income) opere mediante un sistema de
"coexistencia lateral" con el impuesto mínimo global del Pilar II.
Esta configuración excluye a las multinacionales estadounidenses de la
aplicación de las reglas IIR (Income Inclusion Rule) y UTPR, manteniendo únicamente
su sujeción al sistema doméstico americano.
Aunque este
consenso evita la represalia directa, evidencia que Washington prioriza sus
intereses fiscales y dicta las reglas del tablero internacional. Para las
empresas españolas, la cautela permanece máxima, pues el trasfondo estructural
de la disputa fiscal transatlántica se mantiene intacto, y el acuerdo no aborda
otros impuestos considerados "discriminatorios".
Ishtar Sancho,
socia responsable Fiscal de A&O Shearman, considera que este episodio marca
un antes y un después en la arquitectura de la fiscalidad global y lanza una
advertencia inequívoca a Europa. "Estamos presenciando la emergencia de un
nuevo marco de cooperación fiscal internacional donde las reglas del juego se
están rediseñando desde sus fundamentos. El antiguo modelo multilateral,
caracterizado por la búsqueda de armonización sistemática entre diferentes
regímenes tributarios nacionales, ha caído en desuso. Ahora, las grandes
potencias, con Estados Unidos y China a la cabeza, priorizan políticas
marcadamente aislacionistas para proteger sus bases imponibles y sus intereses
económicos estratégicos. Este paradigma debe constituir un revulsivo para Europa.
Tenemos que despertar y actuar con agilidad institucional, porque el mundo se
mueve vertiginosamente y, en materia tributaria, la velocidad de los cambios
normativos se ha acelerado exponencialmente", señala.
Cambio de
paradigma
La preocupación
de las compañías españolas, lejos de evaporarse, se ha metamorfoseado. El foco
ya no reside en una única amenaza legislativa específica, sino en la navegación
por un entorno caracterizado por la volatilidad normativa, donde las alianzas son
frágiles y las represalias pueden materializarse por vías alternativas. Juan
José Sánchez, asociado senior del departamento fiscal de A&O Shearman,
explica cómo, pese al acuerdo alcanzado, el riesgo sistémico persiste y la
confianza en el multilateralismo fiscal se ha erosionado irreversiblemente.
"El
consenso que sustentaba el Pilar I y el Pilar II de la OCDE está
definitivamente fracturado", subraya Sánchez. "El contexto
geopolítico internacional ha experimentado una transformación radical. Se está
fomentando activamente un unilateralismo tributario que, aunque el acuerdo del
G7 ha contribuido a desinflar la presión inmediata, deja abiertos múltiples
flancos para futuras confrontaciones. Los Impuestos sobre Servicios Digitales,
por ejemplo, han quedado expresamente excluidos del pacto, por lo que podrían
emerger represalias comerciales por vías alternativas, particularmente mediante
la aplicación de aranceles punitivos bajo la Sección 301 del Trade Act
estadounidense. Las empresas españolas experimentaron una preocupación genuina
y fundada, y aunque la eliminación de la Sección 899 del IRC constituye una
noticia favorable, la incertidumbre sobre las estrategias óptimas para proteger
sus inversiones estadounidenses permanece en niveles elevados", afirma el
especialista.
Reconfiguración
estratégica empresarial
Este nuevo
paradigma fiscal obliga a las empresas a replantear integralmente sus
estrategias de inversión, financiación y estructuración corporativa. El
asesoramiento fiscal ha trascendido el análisis técnico tradicional para
convertirse en una disciplina híbrida de gestión de riesgos geopolíticos. Los
contratos de financiación internacional, las estructuras de inversión
transfronteriza y los modelos de negocio multinacionales deben ser ahora
significativamente más flexibles y resilientes, con capacidad de adaptación a
cambios normativos abruptos que responden más a consideraciones de diplomacia
de la fuerza que a la lógica económica.
Las empresas
españolas están desarrollando nuevos protocolos de test de estrés fiscal,
incorporando escenarios de escalada de medidas unilaterales y evaluando la
viabilidad de estructuras corporativas alternativas que minimicen la exposición
a jurisdicciones con riesgo de confrontación tributaria. Esta reconfiguración
estratégica incluye la diversificación geográfica de inversiones, la
implementación de mecanismos de cobertura contractual y el fortalecimiento de
capacidades de inteligencia normativa.
Mientras
Estados Unidos demuestra su capacidad para moldear el tablero fiscal global
conforme a sus intereses, Europa se enfrenta al desafío estructural de su
propia complejidad institucional y lentitud burocrática. La necesidad de
coordinar a 27 Estados miembros para responder eficazmente a estas amenazas
asimétricas la sitúa en una clara desventaja competitiva temporal. La
implementación del acuerdo del G7 en el marco normativo europeo requerirá,
potencialmente, modificaciones en la Directiva del Pilar II (Council Directive
(EU) 2022/2523), lo que exige unanimidad y puede generar dilaciones
procedimentales significativas. Para las empresas españolas, particularmente
aquellas con operaciones significativas en ambos lados del Atlántico, la
conclusión es clara: la era de la predictibilidad fiscal ha terminado. Navegar
con éxito en este nuevo orden mundial requerirá una combinación sofisticada de
estrategia proactiva, agilidad operativa y capacidad de anticipación
geopolítica sin precedentes en la historia empresarial reciente.