La
ralentización es global, pero es especialmente preocupante en España. Se está
frenando de manera más clara, está expuesta a mayores perturbaciones y es el
país más alejado de los niveles previos al Covid.
El INE ha
publicado los principales agregados de la Contabilidad Nacional Trimestral del
primer trimestre de 2022, tras su avance del mes de abril. En esta
revisión, el INE certifica que la economía se para cada vez con más intensidad,
al revisar a la baja el crecimiento del PIB y mostrar que, en tasa
intertrimestral, todos los sectores caen o disminuyen fuertemente su crecimiento,
por el lado de la oferta, y con una fuerte caída del consumo, por el lado de la
demanda, con una productividad por hora trabajada que desciende también, en el
aspecto laboral y productivo.
Todo ello no
es más que el resultado del impacto del coste de la energía, que frena la
producción, dado que las industrias no pueden soportar dicha carga, que frena
su competitividad y que les hace perder mercados, al no poder competir en
buenas condiciones de precios por la elevación de los costes de producción. Por
otra parte, estos datos son también el reflejo de la pérdida de poder
adquisitivo de las familias, que disminuyen su consumo por menor capacidad de
compra y por precaución ante el empeoramiento de expectativas. La merma que les
supone el sobrecoste del recibo de la luz, de la factura del carburante y del
precio de los alimentos cuando van al supermercado les deja con poco margen
para poder mantener un ritmo de consumo creciente. Del mismo modo, ese
empeoramiento de expectativas se forma a partir de la incertidumbre que les
produce toda esta situación económica, con una inflación descontrolada, que no
se sabe cuánto tiempo va a seguir impactando en la economía de esta manera tan
fuerte, y por el impacto que tendrá en sus cuotas hipotecarias futuras -de hecho,
ya se está anticipando por el aumento del Euribor- el incremento de los tipos
de interés por parte de la autoridad monetaria, tanto más intensa como difícil
sea frenar la inflación, que lo será más si tarda mucho en reaccionar de manera
contundente.
Así, el INE
revisa a la baja una décima el crecimiento del PIB del primer trimestre y lo
deja en el 0,2% intertrimestral, 2 puntos menos que en los tres meses
anteriores. Cae con fuerza el consumo de los hogares, un 2%, cuando el
trimestre anterior crecía un 1,5%. Las exportaciones sólo crecen un 1,1%,
frente al 7,2% previo, que denota nuestra pérdida de competitividad. Las
importaciones caen un 0,8%, cuando antes crecían un 4,5%, que certifica el
freno del consumo por empeoramiento de expectativas.
En tasa
intertrimestral, caen casi todos los sectores y todos se ralentizan: la
agricultura cae un 3,2% frente al crecimiento previo del 3,6%; la industria cae
un 1,8% frente al crecimiento precedente del 2,6%; la construcción cae un 0,1%
frente al crecimiento anterior del 3,4%; por último, los servicios se quedan
casi planos, con un crecimiento del 0,5% frente al crecimiento del trimestre
anterior del 2,1%. Dentro de los servicios, se reduce mucho, más de la mitad,
el crecimiento de comercio, transporte y hostelería, que se queda en un 2%
frente al 5,4% previo, que muestra, la repercusión, por el lado de la oferta,
de la disminución del consumo, por el lado de la demanda.
Del mismo
modo, el deterioro de la economía también se refleja en nuestra pérdida de
productividad, que siempre es uno de los problemas de la economía española.
La productividad por hora trabajada cae un 1,1% interanual, cuando crecía un
2,8% el trimestre previo.
El PIB
interanual también lo revisa una décima a la baja, aunque los datos interanuales
son menos significativos al comparar con el año anterior en el que todavía
había restricciones duras derivadas de la pandemia.
Todo ello,
refleja un escenario económico que cada vez se complica más. El PMI
manufacturero de la eurozona indica recesión y la economía estadounidense cayó
en el primer trimestre.
Por su parte,
un conjunto de economistas y analistas económicos reunidos previamente a la
cumbre del G7 que se celebrará en Baviera, muestran su preocupación por la
situación económica y empeoran, claramente sus expectativas. En ese sentido, ya
no consideran un escenario de recesión como un escenario pesimista, sino, en
muchos casos, como un escenario base. De hecho, la probabilidad de que Estados
Unidos y Europa entren en recesión se ha doblado en las previsiones de las
mayorías de estos analistas. Señalan que podría evitarse, pero, para ello, es
necesario que cesen del todo las consecuencias económicas derivadas de la
pandemia -recordemos que en China está empeorando la economía por su política
de Covid cero, con la repercusión que tiene en todos los suministros
internacionales- y que la guerra de Ucrania finalice, y ni aun así está
garantizado que se esquive la recesión, debido a la necesidad de aplicar
políticas monetarias contractivas para combatir la inflación. Sólo si en dichas
políticas se es creíble en la lucha contra la inflación, que es lo que está
tratando de lograr la Reserva Federal, podrá compensarse la actividad económica
vía expectativas.
Adicionalmente,
los problemas energéticos siguen sin resolverse, especialmente en Europa, y
ello puede afectar seriamente al crecimiento, empujándolo también a la
recesión. La Agencia Internacional de la Energía señala las debilidades de
Europa ante el cese de importaciones del gas ruso. Todo ello, hace que ese
riesgo de recesión sea más elevado en Europa. Es más, Alemania sería la
economía más afectada por ese corte del suministro del gas ruso, con el efecto
contagio que puede expandirse sobre el resto de la eurozona y del conjunto de
la UE.
La ralentización
es global, pero es especialmente importante y preocupante en España.
Importante, porque se está frenando de manera más clara y está expuesta a
mayores perturbaciones, como el incremento del coste de financiación y la prima
de riesgo por su elevado endeudamiento; y preoc
upante, porque somos los que más
alejados estamos de recuperar los niveles previos a la pandemia, en términos
constantes, y nos estamos estancando.
Y un riesgo
adicional: Sánchez puede empeorar mucho más esta situación para intentar
sobrevivir. Eso nos hace pensar que en el año y medio que queda de legislatura
va a acelerar el gasto, va a hacer populismo electoral con él y va a dañar más
todavía a la economía española. Sólo cabe la esperanza de que la Comisión
Europea le imponga condiciones ortodoxas de limitación de gasto y que se
retorne a los objetivos de estabilidad para 2023, al tiempo que el BCE exija
reducir la deuda a cambio de aplicar la herramienta que ha anunciado para
mitigar el efecto en las primas de riesgo de los países más endeudados, como
España. Si la UE no le pone freno, Sánchez puede deteriorar mucho más la
situación.
José María
Rotellar, profesor en UFV